Leyenda Popular en Homenaje a la "Chile Haus" Patrimonio de la Humanidad (Año 2015).
“Dicen que el alma de los alemanes divaga por el desierto de Atacama y que sus espíritus aparecen a los solitarios caminantes. Que los que visitan aquellas pampas perciben a través del viento sus lamentos, porque ellos lloran a sus salitreras".
Y en aquel entonces también decían que un tal señor caminante, al que llamaban el “patas de lanas”, aseguraba haberlos visto cuando recorría por los caminos de tierra, de una salitrera a otra. Lo hallé deambulando entre la Chile y la Alemania ¡afirmaba el caminante, o sea el señor Patas de lanas!, lo encontré buscando el camino que llevaba a puerto Oliva.... ¡Recuerdo ese día, como si fuese hoy! Fue en ese preciso instante, que se me hizo más intensa la sensación de que la presencia de un extraño se me acercaba, y cuando comencé a escuchar el ruido de apurados pasos tras mí, como que si alguien trataba de alcanzarme.
Entonces ¡repentinamente! vislumbré su silueta a mi costado derecho; era un personaje cuyas ropas antiguallas, le daban el aspecto de un ser venido como de otro siglo. Al verlo quedé totalmente ¡atónito! (decía el caminante), mientras que este personaje con un acento medio extranjero exclamaba diciéndome ¡No, no os asustéis! lo único que os pido, es que me ayudéis a encontrar el camino que lleva a puerto Oliva, allí un barco espera por mí, porque ¡pronto debo navegar! sino perderemos la guerra... proseguía él diciéndome. Yo, aún muy confundido (decía el caminante), le pregunté a ese señor ¿de qué guerra me habla usted? y enseguida él me respondió, ¿cómo? ¿Acaso no sabéis que ha estallado una gran guerra?, ¿Qué Rusia, Francia e Inglaterra se han levantado contra Alemania?... ¿Y que sus barcos han bloqueado el paso de las aguas hacia Alemania, mi país?... entonces continuo él diciéndome, mis veleros aún permanecen fondeados en puerto sin poder zarpar, y en Hamburgo esperan el cargamento que apura, porque ¡Alemania necesita urgente fabricar municiones para la guerra!
Todavía yo muy sorprendido (comentaba el caminante), no lograba entender lo que ese hombre trataba de explicarme, pero él continuaba hablándome, ¡Es por eso que mi amigo Henry Sloman ha hecho construir una gran nave! decía, para poder enfrentar a nuestros enemigos en esta cruenta lid. ¡La carga del salitre debe salir ya de Chile!, y esto os beneficiará a vosotros también, pero debéis ayudadme en esta gran misión, y continuaba él diciéndome (contaba el caminante), si no logramos levar anclas, vuestra nación sufrirá igualmente las consecuencias, y yo tendré que lamentar por siempre el derrumbe de mi gran obra, así que ¡ayudadme por favor! me decía, a encontrar pronto el camino que lleva a puerto Oliva, porque el tiempo apremia. Entonces (seguía relatando el caminante), comenzamos avanzar por el camino más corto que llevaba a la cuesta Cascabeles, mientras él me contaba que esa cuesta era el antiguo sendero que llevaba a puerto Oliva, y que las carretas la atravesaban cargadas del salitre que era enviado desde ahí por barco hacia el extranjero.
Era mi curiosidad, (decía el caminante), la que me hacía seguir junto a este extraño personaje, porque cada vez me parecía más interesante escucharlo... Después de mucho rato ya, que él había estado hablando, yo le pregunté cuál era su nombre, y fue entonces cuando él comenzó a relatarme su historia, y me dijo: ¡yo soy Hermann Folsch!, soy alemán y soy dueño de estas salitreras; era muy joven cuando me vine a Chile en busca de fortuna, y me fue tan bien trabajando en la producción del salitre que junto a otro deutsche (alemán) pude crear una firma propia, la que es dueña de varias oficinas salitreras. También me contó (decía el caminante) que en Hamburgo había conocido a su gran amigo Henry Sloman, a quien había invitado para venir a este paìs, y decía Folsch ¡tuvimos tanto éxito que llegamos a tener grandes industrias, yo aquí en el cantón del Taltal y mi amigo en el cantón del Toco. Mientras yo lo escuchaba atentamente (decía el caminante) parecía que él más se inspiraba para conversarme acerca de su vida, en su rostro se reflejaba la emoción que sentía cuando recordaba esos importantes momentos. ¡Folsch dio un suspiro fuerte! y luego continuó con su historia hablándome ahora acerca de su amigo, me dijo que provenía de una familia de navegantes ingleses que había perdido todo en una tal guerra de “Crimea” cuando él era un niño todavía, y que por eso mismo su padre lo había enviado junto con su hermana Harlet a vivir en Hamburgo donde unos tíos. Bueno, además este deutsche (decía el caminante) me contó que se había casado con Harlet la hermana de Sloman y su amiga de juventud. Estábamos en esta conversación, cuando divisamos un letrero que decía “Quebrada Cascabel”, entonces a ¡Folsch se le llenó la cara de risa!, porque ya íbamos en dirección a puerto Oliva. Caminamos sus buenas horas bajando la quebrada Cascabeles (decía el caminante), mientras él me iba contando toda esa historia de cómo ¡Chile se enfrentó en guerra contra Perú y Bolivia, para apropiarse de todas las minas salitrales que estaban bajo su dominio! y que esto había sido posible gracias a la ayuda que le habían brindado los industriales ingleses que también explotaban el comercio del salitre.
Ya el sol se estaba ocultando, (continuaba contando el caminante) cuando a lo lejos comenzamos a divisar el inmenso mar, y las muchas luces de un gran barco que se reflejaban sobre sus aguas, caminamos otro tanto y ¡ahí estaba majestuosamente la gran nave!, de la que tanto me había estado hablando el Deutsche durante el camino. ¡Maravillado! (decía el caminante) vi que en su tremenda proa lucía imponente el cóndor andino de nuestro escudo nacional, y un nombre tallado con brillantes letras que decía "Chile Haus", y me pregunté en silencio ¿por qué tanto aman a mi país estos alemanes? Entonces Folsch dando un brinco de alegría gritó diciendo, ¡este es mi barco! el que salvará a Alemania de la destrucción y a vuestro país de la quiebra, ¡me parecía increíble! todo lo que estaba viendo y escuchando en ese momento (exclamaba el caminante) Luego Folsch se despidió de mí, y caminó hasta el muelle donde le esperaba en un bote, su gran amigo y cuñado Henry Sloman, quien lo trasladó rápidamente hasta su gran nave; porque a Sloman también le apremiaba ir pronto a apoyar a la Marina del Reich.
Al final de la historia agregaba el caminante apodado “el patas de lana” que tiempo después se había enterado, de que a pesar de los grandes esfuerzos que estos Deutsches "Folsch y Sloman" habían hecho, Alemania igual había perdido la guerra, y que a la Chile-Haus no le había ido muy bien, porque arrancando de los ataques poderosos de los países aliados había quedado varada a orillas de playa en el puerto de Hamburgo, donde permanece hasta el día de hoy, con grandes agujeros que son las marcas de las bombas que le llegaron en esa violenta guerra. Y además decía el caminante, que a Chile también le fue muy mal, porque tuvo que lamentar como consecuencias de la guerra, el derrumbe de su economía. Alemania unos de sus mayores compradores necesitaba urgente el nitrato de sodio para la fabricación de armas, pero el bloqueo marítimo de los aliados le impidió seguir comprándoselo, y se vio en la obligación de fabricar su propio salitre sintético, el que entonces por su bajo costo se transformó en la competencia del salitre natural y más tarde en el causante de la gran caída de nuestro mineral y del cierre de muchas oficinas salitreras.
Fin
Wilma Segovia Arévalo
Nota:
La “Chile-Haus” existe en la ciudad de Hamburgo (Alemania), pero no es una nave, sino es un edificio, que al mirarlo desde el mar tiene la forma de un gran barco. Henry Sloman lo hizo construir, y decidió llamarlo así, (lo que en español significa “Casa de Chile”) en agradecimiento a Chile, que lo cobijó como forastero cuando llegó para aventurarse en la búsqueda de fortuna, y porque este país fue su fuente inagotable de enriquecimiento.
Algo de Historia:
“En 1924 Henry Sloman inaugura el Chile-Haus, un paisaje urbano formativa Kontorhaus, construida cerca del puerto de Hamburgo” (Juan Enrique Fölsch)
Henry Sloman era el hombre más rico de Hamburgo con una fortuna de 60 millones de marcos, en 1921 compró un terreno de 5.500 metros cuadrados y en medio de la gran crisis por la caída del salitre natural comenzó la construcción de la Chile-Haus, que financió en un 100% con las ganancias de las salitreras chilenas, a cargo del arquitecto Fritz Höger.
Durante la Segunda Guerra Mundial la Chile-Haus fue alcanzada 5 veces por bombas, el hijo de Sloman, Ricardo se encontraba día y noche allí, para apagar los incendios que éstas producían en el edificio. Así que las marcas de bombas que este tiene, no son de la primera guerra mundial, sino de la segunda. Este edificio está en Alemania como un pedazo de historia representativo de Chile,
“La Chile-Haus, que alberga al consulado chileno en el puerto alemán, es un orgullo para los hamburgueses, y como ningún otro edificio de Hamburgo simboliza el florecimiento económico de la ciudad a través del comercio del salitre. Se inauguró oficialmente en 1924 y pertenece a una de las más notables obras de arquitectura de la Alemania de los años 20. Fue presentada a la lista de la herencia cultural del mundo, de la UNESCO, y en septiembre de 1983 se le confirió el estatus de edificación protegida. El 5 de julio del 2015 la Unesco aprobó la solicitud de la ciudad, para que la Chile-haus” se incluya en la Lista de Patrimonio Mundial de la entidad”.
Wilma Segovia Arévalo
Citas Bibliográficas: Isabel Lipthay, Münster, Alemania