"En amarga despedida tuvimos que alzar el vuelo cual errantes golondrinas y tú quedaste sumida en ese letargo eterno tras nuestra penosa partida"
La sociabilidad que a través del tiempo posee matices, nos permite distinguir cómo vive una sociedad dentro de un determinado ámbito temporal. En la pampa salitrera esta particularidad fluyó naturalmente de las relaciones que nacieron entre su gente y sus propios intereses, los que se originaron a causa del medio que le rodeaba, el desierto abrasador, su vida extremadamente dura por las fatigosas jornadas de trabajo, el poco esparcimiento, y la vida muy apegada a su terruño y compañeros. El hombre de la pampa tenía las características propias de un buen chileno, las que se acrecentaron en los desiertos salitreros, pues era de corazón amplio y muy noble de sentimientos, su desgracia era compartida, porque al igual que sus compañeros su familia vivía las mismas penurias, situación que fortaleció el valor de la amistad entre ellos. Una suerte de causa común creó la vida pampina en sociedad.
Cuando comenzaron a cerrarse las oficinas salitreras de la Segunda Región, esto ocasionó un éxodo de todos sus habitantes, los cuales emigraron a sus lugares de origen, otros a los puertos y ciudades vecinas. Los que decidieron vivir en los centros urbanos, se vieron enfrentados a una nueva realidad, que con el correr del tiempo a la fecha han experimentado una profunda transformación en su manera de ser, de pensar y de vivir, con respecto a esa manera fácil y sencilla a la cual estaban acostumbrados. Estos cambios se pueden atribuir a factores como los medios de transportes y comunicaciones de masas, el consumismo excesivo, al pago de todos los bienes y servicios de consumos, la indiferencia generalizada hacia sus semejantes que se ve reflejada aún en la locomoción colectiva en donde todos pasan a ser seres extraños, cada cual busca sentarse en un asiento solitario evitando toda comunicación con los demás; y si estos están ocupados casi nadie se preocupa por cederlo al más necesitado. La violencia y peligrosidad en las calles insta a actuar con recelo y prudencia. Los diferentes estilos de modas, los espacios públicos donde se ven comportamientos diferentes, la vida acelerada y mucho más complicada, la gran cantidad de tiempo que se vive fuera del hogar, ya sea por lo esclavizado del trabajo, tiempo utilizado la locomoción colectiva, la gran variedad de comercio y la facilidad para endeudarse, la educación informal atribuidos a los medios de comunicación que ponen en contacto (la telefonía, televisión por cable, Internet, diarios y revistas). El mayor acceso al avance tecnológico, medios de transportes, centros culturales, educacionales (colegios, institutos y universidades), el ingreso masivo de la mujer a las fuentes laborales, las continuas desintegraciones familiares, etc.
En el año 1961 se produjo el cierre de la oficina Chile, y en 1976 paró definitivamente la Oficina Alemania, ambas salitreras del Cantón de Taltal. Su gente también se trasladó a Taltal, y la mayor parte se fue a Antofagasta. Ha pasado el tiempo y a pesar de los cambios producidos en la vida del pampino, para bien o para mal, éste sigue amando y recordando estas áridas tierras que otrora lo cobijaron. Por ello se han organizado y formado el “CENTRO DE HIJOS Y AMIGOS PAMPINOS DEL CANTÓN DE TALTAL”. Durante todo el año se reúnen en convivencias y realizan diversas actividades. Cada 1º de noviembre se dirigen en buses contratados especialmente para la ocasión, a la Oficina Chile y Alemania; visitan a sus muertos y recorren con nostalgia los lugares donde antes se levantaron sus casas. Sus ojos se humedecen por la emoción al ver aquellos árboles desnudos que aún permanecen de pie cual erguidos centinelas, negándose a dejarse vencer por la sed y el abandono.
Wilma Segovia Arevalo
DUERME PAMPA MÍA
Duerme, duerme pampa mía,
Que el viento vela tu sueño.
Pampa triste y dolida,
al llegar el nuevo día
el sol te cubrirá de besos
Más tú seguirás dormida.
En amarga despedida,
tuvimos que alzar el vuelo
cual errantes golondrinas
y tú quedaste sumida
en ese letargo eterno,
tras nuestra penosa partida.
Tus pimientos casi sin vida
gimen ya sin aliento
en su triste agonía.
Se fueron sus avecillas,
alejándose de ese desierto
que antes fuera su alegría.
Y en esa fugaz huida
Se llevaron un concierto
de trinos y poesía.
Las estrellas conmovidas
te dirán en sus destellos
“Volverán algún día”.
Yo siempre te siento mía,
y estás presente en mis sueños
despierta y también dormida.
Duerme, duerme pampa mía,
que quizás sean nuestros nietos
los que te vuelvan a la vida.
“G I N A“
Virginia Arévalo Olivares