En cuanto a las fiestas, en la pampa se ponía mucho énfasis en las fiestas patrias. Las faenas se paralizaban por tres días (18,19 y 20), se pintaba todo el campamento con cal; se izaba el pabellón patrio en la plaza donde al compás de la banda instrumental se cantaba con todo el corazón la canción nacional, dando el inicio al acto cívico la escuela primaria del lugar, la que presentaba números artísticos como poesías, bailes y canciones alusivos a la patria. Este acto finalizaba con un pie de cuecas muy celebrado por los concurrentes; luego todos se marchaban a sus respectivos hogares donde les esperaba una humeante y deliciosa cazuela de gallina de campo y unas sabrosas empanadas de horno, todo esto acompañado de bebidas gaseosas y vino. En la noche asistían a los bailes populares organizados por clubes deportivos, donde se bailaba y se bebía abundantemente.
En la pampa el dieciocho de septiembre se caracterizaba por una masiva competencia de volantines, resultando ganador aquel que con su pericia fuese capaz de eliminar al resto de los competidores, ya sea destruyendo, mandando a las “pailas” o lanzando a tierra a los demás volantines. También y como en el resto del país eran tradicionales las carreras de ensacado, correr con un huevo en una cuchara sostenida por los dientes, y la competencia del palo ensebado. Estos juegos se hacían por poblaciones o por toda una comunidad. La tercera semana de octubre se celebraba la fiesta de la “primavera”, que consistía en competencias de disfraces y carros alegóricos que concluían en un gran baile donde participaba toda la comunidad.
Los juegos infantiles, no importando el sexo ni edades consistían en rondas cantadas donde participaban todos sus integrantes, tales como “La ronda de San Miguel”, “La gallinita ciega”, “Cataplin-Cataplero”, “El Credo” (que consistía en machacar previamente una lata de conserva vacía con piedras en su interior, y lanzarlo a gran distancia, mientras uno de los integrantes iba en su búsqueda sin mirar hacia atrás; el resto procedía a esconderse), “Paquito Ladrón”, etc.
En las zonas industriales era común el arco de acero que se hacía avanzar presionado con un fierro en forma de orquilla, con los cuales los varones hacían competencias y acrobacias, dependiendo del dominio que tuviese con ello. También tenían competencias de trompos y paipas. Los juegos con bolitas de piedras y de vidrios era muy común observarlos, en donde participaban niños, jóvenes y adultos; como por ejemplo a la “Troya”, al “mate”, a la “chita y cuarta”, a los “tres hoyitos”. Las mujeres jugaban a la “payaya”, etc.
Muy común era jugar a la pichanga que consistía en confeccionar una pelota con las medias de la abuelita por la escasez de pelotas de cuero o de goma, y se desarrollaban como un vulgar partido de fútbol en las calles del vecindario, las que eran muy poco transitadas por vehículos motorizados. También se jugaba al “bate” (adaptación del béisbol, traídos por los gringos norteamericanos, dueños del mineral de cobre de Chuquicamata). Cabe destacar que estos juegos se realizaban generalmente al atardecer y siempre y cuando se hubiese cumplido con todas las labores domésticas y escolares.
En el verano junto con el carnaval “Carioca” (Brasil) se realizaba un juego colectivo llamado “Challa”, donde se formaban dos bandos ubicados a cierta distancia a pertrechados con tambores, bateas y tarros con agua, y se enfrentaban unos con otros lanzándose agua mutuamente y revolcándose al contrario en el barro. También se utilizaban proyectiles cilíndricos confeccionados con papel de volantín y harina cruda en su interior.
Virginia Arévalo Olivares
Wilma Segovia Arévalo